Yace al costado este de la Laguna Azul, es una manto ondulado pero prominente en su verticalidad, aunque a pesar de su envolvente dimensión su transitable y amable morfología hace de esta sierra un lugar explorable.
Sus pliegues transmiten lo que podría llegar a ser el oleaje de la tierra, la rígida roca quiere soltarse y prefiere tomar el camino de la morfología ondeada y orgánica. Aquel oleaje es característico de Contreras y es usual verla con manchones de sombras a causa de la luz que se cuela entre las nubes escurridizas.
Los que visiten el Parque Nacional Torres del Paine podrán contemplarla si van al camping Laguna Azul, es un paisaje de pasajeros y al mismo tiempo un paisaje de estancieros, que tienen el privilegio de tenerlo como telón de fondo a diario.
Geolectura
Como un libro se escribe la historia de la Tierra, capa a capa, cada estrato de roca entrega información que ayuda a visualizar el paisaje de otras eras. Hace 75 millones de años, donde hoy se halla la Sierra Contreras, se encontraba la superficie del fondo marino, un ambiente de aguas profundas aledaño a una pendiente pronunciada.
Partículas de arena caían y se acumulaban lentamente en el fondo del mar, por cientos de miles de años. Los granos de arena se cristalizaron y cimentaron para formar una roca llamada arenisca, de cientos de metros de espesor. Cada cierto tiempo, la apacible depositación de arena era interrumpida; la inestable pendiente cedía ante la gravedad y la corriente, dando paso a violentas avalanchas marinas que transportaban sedimentos en masa.
La periodicidad de este fenómeno da lugar al bello contraste de la Sierra Contreras, la roca formada por estos caóticos flujos de sedimentos hoy se distingue en el ondulado perfil de las montañas. Areniscas se alternan con estas rocas más oscuras, registro de la historia dinámica de los mares de antaño.
