Los selknam nombran a su territorio (la Isla Tierra del Fuego) Karukinka al fusionar las palabras kar (extremo/muy) huhin (tierra/terreno) y ka (propio/nuestro). Así fue denominado también el parque natural privado: Karukinka, el cual nos muestra las condiciones paisajísticas características de la zona central de la Isla, donde nos adentramos a un tímido cordón montañoso y verde, liderado por bosques primarios de lenga, además de bosques mixtos de lenga y coigüe.
Las turberas, ellas piden observar los detalles más que la amplitud, caminar sobre su acolchada espalda, no todo en la pampa es estricto. El pesar del norte te abandona en medio de la ruta, ahí aparecen ellas, recibiendo a los viajeros a mitad de camino.
Es un paisaje de transición de la isla, entre lo plano y lo rocoso, es el equilibrio de texturas y colores, y por sobre todo el equilibrio de las proporciones.
Geolectura
Hoy es un parque natural que alberga centenares de especies autóctonas, fundamental para la preservación del ecosistema Fueguino.
Aquí, la explanada de la estepa comienza a interrumpirse. Tímidas ondas demarcan el inicio de la precordillera Fueguina. Con ellas asoman parches verdes, indicios de un clima ligeramente húmedo y una vegetación más diversa.
Rocas brotan de la pampa, disturbando la árida monotonía. Estas se formaron durante un periodo denominado Cretácico, hace unos ochenta millones de años, cuando el mar cubría este territorio. Hoy se observa la roca organizada en capas, casi horizontales, paralelas a la superficie. Cada estrato tardó miles de años en acumular los sedimentos que luego se consolidaron en la roca que se ve hoy.
Cada plano revela una variación, una discontinuidad en la depositación de sedimentos.
Pudo ser el clima, una variación del nivel del mar, algo que cambió y dio paso a un nuevo estrato. Una y otra vez, hasta quedar cubiertos por los sedimentos de épocas posteriores. La erosión se llevó los vestigios de esos periodos, pero dejó, al costado del camino, este relicto del pasado.