Estepa fueguina
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Paisaje de la Memoria

Las grandes fogatas que sobresalían de la isla avisaban la llegada del hombre occidental en sus mares, aquello le valió el nombre de la Isla.

La también denominada Fuego Patagonia, hábitat selk´nam milenario, es un paisaje de tránsito, rutero, un paisaje de la memoria, donde en su infinito y horizontal manto tensado con una kilométrica visual alberga siglos de vestigios patrimoniales, materiales e inmateriales.

En esta pampa se encuentran aquellos restos que son parte de una herencia tanto natural como cultural. Esparcidos están los regalos de nuestros ancestros como puntas de flechas y conchales, también regalos anecdóticos de los glaciares como los bloques erráticos y amonites. Ello nos habla de una pampa con historia, donde la tierra, los animales y el hombres han convivido, algunos cohabitaron y otros nunca se toparon, vivieron con miles y en otros casos millones de años entre medio. Más que mal somos un ínfimo pasar por la tierra.

Por otro lado en esta estepa hoy en día se encuentran paisajes productivos, estancieros, donde la planicie llana favorece la producción ovina, dejando además un legado arquitectónico en madera que ha enriquecido el patrimonio fueguino.

Geolectura

Cuenca de Magallanes

La llana estepa es ese amplio territorio que quedó fuera del alcance de las fuerzas tectónicas que alzaron la topografía tan solo unos kilómetros más al sur. Su superficie, plana e inalterada, contrasta rotundamente con la accidentada topografía de los Andes.

Los lugares tienen personalidad, son seres vivos, que se construyen a sí mismos, tienen formas únicas de reaccionar a las perturbaciones, formas únicas de relacionarse. Así, la pampa sería una personalidad madura, sabia, toda su vida de más de 100 millones de años se fue llenando plácida, aceptando los sedimentos que como regalos llegaban de sus parientes más allá de la superficie, las montañas lejos al Oeste y al Sur.
Fue avanzando su vida, hasta madurar se llenó de experiencias, capa tras capa, pero siempre con su calma miraba a su compañero que crecía y se movía inquieto.

Ella no, siempre plana, desde su horizontalidad observó tranquila como se acercaban los hielos y recibió aquel abrazo frío. Esencialmente femenina, receptiva, la pampa es un gran cuenco que danza y crea siguiendo los ritmos de su compañero Andes. Aún hoy, la pampa descansa sobre la elástica litósfera, relajándose, y expandiéndose lentamente.

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