Extractos de tierra que se asoman una frente a otra en la costa del pacífico, que con una desamparada e imponente elegancia se extienden por el maritorio patagónico.
Ellos se van abriendo uno por uno al avanzar por los canales, mientras que hacia el horizonte se divisan sus distintas capas, uno delante del otro, mostrando un degradado de opacidades acusando escuetas distancias.
Los ancestros canoeros navegaban entre estos gigantes boscosos, palpando la gélida bruma costera, ese es el territorio kawésqar, lugar que pocos tienen la fortuna de contemplar por su acceso único desde los mares australes.
Hoy en día estos son los paisajes de tránsito de los kawésqar de Puerto Edén y los demás edeninos.
Estos archipiélagos tienen su propia identidad, su clima, su humedad, su fauna y flora y por lo demás su porfía al recorrerlas, al ser imponentes en sus alturas e impenetrables por sus densos bosques, lo que nos transporta a otro lado del planeta, como si ellos no fuesen parte del territorio patagónico.
Geolectura
Toda la zona de los canales patagónicos está compuesta de una gran masa de roca granítica. El granito está hecho de cristales de varios minerales, los cuales se construyen lentamente cuando el magma está atrapado como una gran burbuja entre las rocas.
Los cristales crecen unos junto a otros y se tejen entre sí, con sus estrechos abrazos de sólida química, los granitos son rocas de una fortaleza y dureza de las más altas. Los magmas se crearon cuando comenzó la orogenia de los Andes, tienen una edad del Cretásico inferior. Estos granitos son entonces las raíces erodadas y expuestas de la proto Cordillera de los Andes.
Debido a su dureza, los granitoides suelen resaltar en el paisaje, con alturas mayores que su entorno, y sus cumbres redondeadas por el hielo que hoy no está.
Sus paredes grisáceas y rosa, parecen reflejar la luz en las infinitas caras de sus cristales, en esos espejos verticales tallados antaño, en donde te reflejas en la silenciosa belleza de nuestros laberintos internos.
Es fácil perderse en estos canales y fiordos sin salida, ásperos, en donde los parches verdes de densas selvas frías a penas se aferran a las grietas de la roca. Y en las alturas nada sobrevive, el tapiz de vegetación se interrumpe rápidamente, sucumbe a las bajas temperaturas y a los fieros Westerlies.