En la costa sur-oeste del continente se extienden estos pedazos de tierra que como si flotaran por el océano pacífico, arrimándose y modelando su morfología de forma armónica entre sí.
Allí llegaban los kawésqar, de un largo viaje que se iniciaba desde el Golfo de Penas, fue su paisaje de tránsito y su paisaje de habitabilidad pasajera, lo que hoy para nosotros serían parte de algunos paisajes ruteros, sin embargo, es un paisaje distante, de aquellos que vemos a lo lejos desde nuestros viajes y traslados, no son palpables ni recorribles.
Lo que si son paisajes que nos vienen a recordar la inmensa longitud de los Andes Patagónicos, ellos son un extracto de paisaje que compartimos a lo largo de todo Chile, un paisaje estructurante, una columna vertebral de la geografía nacional.
Geolectura
La formidable cordillera de los Andes Patagónicos debe su existencia a la subducción de la placa Antártica bajo la placa Sudamericana.
La placa Antártica, de naturaleza oceánica, tiene una composición más densa y pesada que la placa Sudamericana, de carácter continental. Al encontrarse, la densa placa oceánica se hunde bajo su contraparte continental, en el proceso, la placa cabalgante se comprime, acorta y engrosa, y la topografía se alza.
Las placas tectónicas Antártica y Sudamericana hoy convergen entre ellas a una velocidad de dos centímetros al año, pero su encuentro comenzó ochenta millones de años atrás.